domingo, 29 de mayo de 2011

DANZA FOLCLORICA OKAY: HAITIANIDAD, RELIGIOSIDAD, SIMBIOSIS ÉTNICA E IDENTIDAD CULTURAL

Por: M.sC. Silvia Álvarez Ramos.

Haití, república reconocida por numerosos estados, pertenece a las islas de las Antillas Mayores y está bañada por el Mar Caribe.

Su nombre, tomado de la lengua aborigen arawak, significa tierra de altas montañas. Para el escritor cubano Alejo Carpentier conocer a Haití fue conocer al Reino de este Mundo.

Las primeras oleadas de inmigrantes haitianos que desembarcaron por puertos cubanos se caracterizaron por ser esclavos de los colonos franceses que huyeron de Haití a raíz del estallido de su independencia (1804), lograda tras largos años de lucha iniciada en 1791 por una ceremonia del culto vodú entre los esclavos, que al son de los tambores transmitían la orden de alzamiento junto con plegarias en lenguas africanas llamando a los hombres al combate para liberarse del yugo francés.

Según Vivian R. Dulce Moreira en el texto Balance y Perspectiva del estudio del problema odentidad en la provincia de Ciego de Ávila, entre los años 1913-1921 “embarcaron a la Isla alrededor de 81000 haitianos que se asentaron en su gran mayoría en las otroras provincias del Oriente del país y de Camagüey”,.

Posteriormente, señala Anaís Puig Rodríguez en el documento: Las tradiciones haitianas en el municipio de Venezuela, entre los años 1923 al 1927, " se produce otro flujo migratorio que a diferencia del primero en que vinieron hombres solos, en este, trajeron a sus compañeras, las cuales, con su trabajo, aportarían algo a la economía familiar con la aspiración de reunir dinero para regresar a su tierra y organizar algún modesto negocio.

“Estas aspiraciones, fueron fallidas porque la vida no les fue tan fácil como la pintaban los contratistas, el dinero no entraba a montones a sus bolsillos, este solo alcanzaba para sostener precariamente a la familia que iba numéricamente en aumento con la llegada de los hijos, así se fueron asentando, echando raíces que se afianzaron al sentirse los hijos nacidos en Cuba como verdaderos productos de nuestra tierra, ellos poblaron gran parte de los campos y bateyes cubanos siendo utilizados en su gran mayoría como mano de obra barata, para realizar labores agrícolas como: cortar y sembrar caña entre otras actividades”.

De esta forma es que se asientan la inmensa mayoría de inmigrantes de esta etnia en los poblados de la región de Ciego de Ávila en los centrales azucareros: Stewart, Jagüeyal, Santo Tomás, Jatibonico, Algodones y Ciego de Ávila.

La danza folklórica Okay

Los haitianos y sus descendientes que poblaron las colonias cañeras situadas en las diferentes localidades del municipio de Venezuela, son los que más tarde se agruparon para formar parte de la danza folklórica Okay.

Okay (Les Cayes) es el nombre del puerto por donde embarcaron, en su mayoría, los conterráneos del legendario Francois Mackandal que, desde su tierra querida, salieron en busca de fuente de trabajo hacia un país que los acogería como hijos. Es por ello que como dijera el periodista Tomás Barceló, al ponerle este nombre a la agrupación ese pueblo vive en sus memorias.

Esta agrupación danzaria surge entre los años 1981-1982, creada por el compositor musical e investigador José Manuel García Delgado, que en esos años elabora el Atlas de la cultura popular tradicional del territorio. El descubre la variedad y riqueza infinita que han aportado las diferentes etnias a la cultura local, provincial y nacional y en este análisis la cultura haitiana se le revela como la de mayor autenticidad.

La danza brinda un atractivo estético singular gracias al colorido de los trajes típicos del país; se entremezclan los colores: amarillo, violeta, azul, rojo, naranja, el blanco, toda una gama que hacen aún más bello el espectáculo danzario.

El carácter de la danza es eminentemente religioso y de divertimento; se ejecuta en dos líneas paralelas y se realizan círculos, las filas de hombres y mujeres se colocan frente a frente y llevan a cabo complicados esquemas entrecruzándose e intercambiando lugares.

Los participantes se alinean y bailan al unísono en el mismo sitio. La pareja no se cambia. A veces, las formaciones de parejas se mantienen dentro de un esquema ya establecido; a menudo en círculo o en cuadrado. La coreografía puede cambiar varias veces durante el transcurso de la danza; las parejas pueden avanzar y entrelazarse con otras parejas, que después deshacen el trabajo en círculo para dibujar un gran círculo o dos concéntricos. A menudo ofrecen la oportunidad de demostrar la destreza del bailarín. Una de estas formas de danza muchas veces es ejecutada por un virtuoso que en ocasiones baila con un machete o por la Reina. Los orígenes, pasos y coreografía de la danza, no se separan de su contexto cultural.

En la fiesta ritual los danzantes bailan en paso acompasado frente al toque fuerte del tambor que constituye un llamado al mundo mágico religioso de sus deidades ancestrales. Los movimientos rítmicos y acentuados de la cabeza, ojos, hombros, brazos, cintura, torso y pies se entremezclan en la euforia, algarabía y alboroto que también aparecen en sus cantos donde primeramente invocan a sus orishas y posteriormente recuerdan sus ritos, folklore y costumbres de antaño. Los giros expresivos con gran emotividad, y fortaleza, el sacrificio del animal, el canto del cantante principal y el coro que responde, la actitud de altruismo, poder y provocación insinuosa de la Reina constituyen elementos que acercan cada vez más a los bailadores, cantores y espectadores presentes, a la cultura de esa tierra que un día los vio emprender viaje y a la cual jamás regresaron.

La danza consiste casi siempre en esquemas de pasos muy repetitivos y complejos de aprender, los movimientos tienden a ser difíciles y requieren un entrenamiento, sus formaciones y progresiones en el espacio varían, los diseños tienen, o han tenido, significados simbólicos. Los bailarines pueden estar alineados uno junto a otro, seguirse entre sí, tocarse o no. Si se tocan, el contacto puede ser de varias formas; tomándose de las manos, por la cintura o los hombros, o bien enlazando los brazos. Se le da vida a una historia o argumento en los elementos coreográficos que se exponen; en todas ellas, los movimientos de los bailarines ilustran las historias que se cantan. La danza, implica acciones del pueblo como: trabajar, sembrar, dormir, jugar, cantar, bailar, regañar a un niño, o actos rituales.

El trabajo de forma circular simboliza el movimiento aparente del Sol o de la Luna, aparece también un objeto simbólico, como el chivo, o bailar delante del tambor en franco desafío, lo que constituye una alternancia de poder mágico, el trabajo del coro suele tener un guía y un grupo que responde en forma de pregunta respuesta.

El vestuario de los bailarines y los elementos que lo distinguen influyen en la naturaleza de los movimientos, las faldas amplias y los pañuelos, son manipulados con elegancia y virtuosismo.

Extremadamente importante es el acompañamiento musical y está relacionado con formas musicales, con el ritmo y la medida. Tanto la música como los pasos danzarios acentúan el segundo tiempo y se afianza en el trabajo de los tres tambores que se nombran, según Anaís Puig Rodríguez: “uno grande (un tronco ahuecado) de sonido grave llamado “guó tambú” el cual se percute con un trozo de madera, y dos más pequeños el “leguedé” y el “groundé” cuyo sonido es más agudo y se tocan con baquetas más finas. También se utiliza el cencerro y las maracas”, todo ello apoyado por el coro que canta junto al cantante principal canciones de: travay (trabajo), son lwa ( sobre sus dioses), pou yo bonboche(para ellos divertir), pon ti moun (para niños), pou trese ribon (para tejer cintas), pou rara (carnaval haitiano).

Al apreciar todo lo que acontece se da cuenta uno que este derroche de emotividad, belleza, líneas que se dibujan, formas, colores, movimientos, palabras, sonidos, juegos intrascendentes, canto, dinamismo danzario y cultural no es de Haití, es herencia del patrimonio cultural de la nación cubana.

Okay, es expresión genuina del acervo cultural de este pueblo que como un crisol se ha fundido para ser lo que es, conserva las raíces que la sustentan, al llevar 25 años o más de experiencia, y un currículum que avala la participación en eventos internacionales, nacionales, provinciales y municipales, tiene claras diferencias con agrupaciones danzarias de esta naturaleza en el país y la provincia, sentido de pertenencia y el reconocimiento del pueblo, se asume como el reencuentro consciente con su legado histórico y consigo mismo en franca correspondencia con la realidad y con el contexto de actuación en el que se desenvuelve.

Aunque algunos pudieran pensarlo, Okay, no es cultura negroide, ella es blanco, mulato, indio, chino, árabe, es una mezcla interétnica, de cubanos que son felices porque: tienen patria y libertad, entonces: danzan, cantan, bailan, juegan, ríen, se divierten, adoran a sus santos y defienden a la Revolución con su arte.

Su participación anual en las fiestas tradicionales del 10 de octubre, en la de Ana María del Mar en el puerto pesquero de Júcaro, en la del Palenque de Jagüeyal, y en los Festivales del Creador Musical Daniel Cruz Cosa en el municipio y en la provincia, su participación en la fiesta del Caribe o del Fuego en Santiago de Cuba, en los festivales Internacionales de la Cultura Haitiana en La Habana, constituyen expresión del acercamiento cada vez más consciente y su inserción en la vida cultural de este pueblo que se siente representado en cada actuación y lo asume como parte de su identidad cultural.

Papa upa (ya fallecido), Berta, Zenaida, Lázara, Imad, Aleida, Félix, Ledú, Marta, Anaís, Gertrudis y los demás artistas aficionados integrantes de esta agrupación son depositarios de la autenticidad cultural propia de lo verdaderamente autóctono. Para todos ellos el reconocimiento más grande que pueda tener una agrupación artística: El amor y cariño del pueblo y de la comunidad de haitianos y sus descendientes del municipio de Venezuela, de Cuba y del propio Haití.

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